Eolo Díaz-Tendero: “Hay un cambio de opinión pública pero no de hegemonía cultural”

Revisa la entrevista completa del director ejecutivo de la Fundación Horizonte Ciudadano, Eolo Díaz-Tendero, en el diario El Mercurio. 18 de mayo de 2024.

Mayo, 2024.

Eolo Díaz-Tendero: “Hay un cambio de opinión pública pero no de hegemonía cultural”

Entrevista publicada en el diario El Mercurio (18 de mayo 2024).

Por Sofia Del Río

Eolo Díaz-Tendero heredó su particular nombre de su padre, por lo que, en rigor, se lo debe a su abuelo, un anarcosindicalista español que rehúsaba colocar a sus hijos nombres de origen cristiano. La adhesión a la izquierda también la heredó de su abuelo, aunque no la misma ideología: militó en el socialismo desde 1983, pero renunció en enero de 2020, disconforme con las posturas que el partido tomó después del estallido social. Desde hace un año es el director ejecutivo de Horizonte Ciudadano, fundación creada por Michelle Bachelet, en cuyos gobiernos también trabajó: en el primero como analista de la Segpres y en el segundo como director de gestión de políticas públicas de la Presidencia.

Desde ese espacio, analiza el actual momento político del país. “Hoy podemos ver una regresión —dice—, no sé si conservadora, pero sí una regresión que tiene que ver con un deseo de orden. Entiendo que eso no significa volver a lo que fue, sino que volver a preocuparse por la sensación de orden que está pidiendo la sociedad”.

“El cambio tranquilo de Miterrand”

El politólogo agrega, en la misma línea, que “Norbert Lechner decía que la política del espacio es la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado. Bueno, la política es la contradicción entre lo que me gusta, el deseo, y el orden, y la lección que nos pone Lechner es que si hay un déficit de la izquierda, es el pensar el orden democrático. Debemos reflexionar sobre qué tipo de orden hoy está requiriendo la sociedad. La democracia es a la vez cambio y orden. Pasamos un período intenso donde el cambio fue protagonista y hoy los requerimientos de la ciudadanía están en la seguridad y el orden. Hay un reflujo de cómo reflexionar sobre el orden que no es el viejo orden, no es el orden portaliano ni el de la transición, si no es un orden que se está construyendo, estamos en un período de transición”.

“Hacia allá debe apuntar la izquierda. El cambio responsable o tranquilo de Mitterand”, agrega.

—¿Qué puede ayudar en la construcción de ese orden?

—Una reflexión estratégica. Lo que nos pasó a los sectores del progresismo, también a nivel mundial, tiene que ver con que dejamos pendiente esa reflexión estratégica, estamos en un estado de sorpresa del cual tenemos que salir de modo urgente, de lo que sucedió en el estallido, porque nos imaginamos que detrás de eso había una demanda que terminó siendo otra cosa, y todavía no terminamos de entenderla. Lo que estamos haciendo un poco los centros de pensamiento (desde la DC al PC) es lo que hay que hacer: coordinadamente ponernos a trabajar sobre esa reflexión estratégica desde las prácticas concretas, de ahí mostrar la sociedad que queremos construir. Hablar de lo concreto, no desde la teoría.

—¿Se perdió un poco el contacto de los partidos con las bases de la sociedad?

—Creo que sí, hay un proceso de sobreformalización de las relaciones entre los partidos políticos y la sociedad. Hay un desafío de renovación de las prácticas de la institucionalidad democrática, ahí el Estado tiene un rol fundamental, pero también los partidos. Hoy el Estado no está para hacerse cargo de esta nueva lógica de exigencias de los ciudadanos.

“Déficit de enganche”

—¿Es posible afirmar que el Socialismo Democrático se impuso en el Gobierno?

—No hay una lógica de imposición, sino que de trabajo colaborativo, y aprendizaje de ida y vuelta, una complementaridad. Cuando miro las nuevas generaciones lo que rescato es una sensación de ‘podemos avanzar más’, y lo que veo del Socialismo Democrático es ‘tenemos que hacerlo de un modo en que hay que tener pragmatismo y saber cómo funciona el Estado’. Esa complementaridad es la posibilidad de poder salvar el proyecto de la izquierda.

—¿Lo que está haciendo Boric se parece al “realismo sin renuncia” de Bachelet II?

—Estamos en otro contexto. Más que realismo, hoy hay que acelerar en el proceso de capacidad de gestión de política pública, porque el electorado evalúa a los gobiernos a propósito de eso, y por tanto, si queremos ser eficientes electoralmente, tenemos que ser eficientes en la gestión de políticas públicas.

—¿Cree que el Gobierno ha cambiado el relato desde que el Presidente llegó a La Moneda?

—Eso es un tremendo aprendizaje que el expresidente colombiano Juan Manuel Santos destacaba el jueves. Claramente es distinto con guitarra, es distinto trabajar en la base social, y es distinto el diseño de políticas públicas. Lo que nos queda al mandatario y a las coaliciones de gobierno tiene que ver con que sabemos que tenemos un déficit de enganche con los nuevos requerimientos de la ciudadanía. Algo pasa en la sociedad que nos dejó un poquito atrás, pero el gran desafío es cómo transformar eso en gestión institucional. Porque es fácil hacerlo desde la reivindicación social, desde el problema, pero la solución es otra lógica.

—¿Ha habido un retroceso de lo que se ha llamado el "octubrismo"? A raíz de que por ejemplo, Boric rechaza el emblema del “perro matapacos”...

—Ha habido un cambio de opinión pública, y eso tiene que ver con una disputa por la agenda, y en esa disputa hace un tiempo atrás, el perro matapacos significaba otra cosa que la que significa hoy. Hay un cambio de opinión pública pero no de hegemonía cultural, o sea que las corrientes de fondo siguen estando ahí, el punto está en las corrientes de superficie, de cómo se interprentan esos temas de fondo. Recuerdo la marcha de un millón de personas, no puede ser que eso haya desaparecido 100%, algo hay ahí, el punto está en que estas corrientes de opinión hoy hacen que esas contradicciones requieren ser trabajadas desde la gestión de Gobierno con códigos distintos y si antes era el cambio, hoy tienen que ver con el orden, pero los problemas hay que resolverlos igual.

Tohá y Vodanovic

—La expresidenta Michelle Bachelet sigue figurando como la mejor carta presidencial del oficialismo.

—La Presidenta está trabajando para la unidad del sector. Su gran motivación es impedir que se debilite la democracia en Chile, y que se desande en derechos ya alcanzados, parte de lo que ha sido también su legado. Lo hemos conversado internamente en la Fundación y lo ha dicho públicamente, ella no quiere ser candidata. El desafío tiene que ver con los liderazgos que deben emerger. Y quedan veinte meses en donde deberán aparecer esos liderazgos.

—¿Qué liderazgos le gustan?

—Ninguno de los liderazgos hoy se reconoce como tal, presidencial. Está Tomás Vodanovic, quien también dijo que no iba a ser candidato, pero me parece que él generó una dinámica de gestión en el municipio que es proyectable. Ha sido muy práctico, ha solucionado problemas pero también ha mostrado valores en eso, recuperación del espacio público, no solo represión. Y Carolina Tohá, tiene todas las condiciones, sus capacidades de conocimiento del Estado, de gestión, también es una candidata que tiene que aparecer en algún momento y ya vendrán más.

—Hay una posibilidad de que Michelle Bachelet se perfile como candidata próxima secretaria general de la ONU?

—No sé, ese tema de verdad no lo he conversado con ella, no tengo información, circula en otros estratos. Yo, vínculos internacionales, no tengo.

Reformas de Bachelet: “Respondieron a un requerimiento del momento”

—Ha habido críticas a tres reformas emblemáticas de Michelle Bachelet: la educacional, la electoral y la tributaria. Al respecto usted dijo en La Segunda que “evidentemente se deben hacer modificaciones.

—Las reformas que se llevaron a cabo durante el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet respondieron a un requerimiento del contexto social que precedió en esa elección. Su programa respondía a demandas sociales que estaban instaladas históricamente y que fueron respondidas desde el sistema de valores que tenía o de los principios que estaban detrás de su gobierno. Como cualquier política pública, los procesos de implementación se topan con las realidades específicas, de contexto específico y que aquello requiere regulaciones específicas también, pero eso no significa que los sentidos de fondo de las reformas hayan sido errados o que haya que cambiarlos.

“En definitiva —añade—, respondieron a un requerimiento del momento, eficientemente y en el proceso de implementación a propósito de realidades específicas se han hecho las modificaciones y los ajustes que se requieren. Por ejemplo, queda pendiente el proceso de perfeccionamiento de la carrera directiva en los colegios, que todo el mundo académico reconoce que es uno de los elementos que genera mayor cambio en la calidad de la educación y que eso es un tema que todavía no se asume como país”.